Descubre consejos prácticos y hábitos saludables para vivir mejor con esclerosis múltiple. Te explicamos cómo el ejercicio, la alimentación, el descanso, el apoyo emocional y la rehabilitación pueden ayudarte a manejar síntomas como la fatiga, el dolor o la espasticidad, mejorando tu calidad de vida con EM.
Vivir con esclerosis múltiple supone enfrentar retos diarios, pero con el enfoque adecuado es posible llevar una vida plena y significativa. Cada persona con EM es diferente, con síntomas y experiencias únicos; sin embargo, existen estrategias generales que han demostrado ayudar a manejar los síntomas y mejorar la calidad de vida de quienes conviven con esta enfermedad. Una vez superada la etapa inicial del diagnóstico, adoptar hábitos saludables y apoyarse en un equipo multidisciplinar marcará una gran diferencia en cómo te sientes día a día y en el curso de la enfermedad. A continuación, te ofrecemos una guía de recomendaciones prácticas –desde cuidados físicos hasta apoyo emocional– que te permitirán tomar las riendas de tu bienestar pese a la EM
Un enfoque integral para vivir mejor con EM
La esclerosis múltiple afecta varios aspectos de la vida (físico, cognitivo, emocional), por lo que es fundamental abordarla de manera integral. Esto significa combinar los tratamientos médicos convencionales con cambios en el estilo de vida y terapias de rehabilitación. En otras palabras, los medicamentos son muy importantes, pero tus propios hábitos cotidianos también cuentan a la hora de controlar la EM.
Seguir las indicaciones de tu neurólogo en cuanto a medicación es prioritario – por ejemplo, no saltarte dosis y acudir a controles periódicos. A esto debemos sumarle todo aquello que tú puedes hacer por tu salud: alimentarte bien, mantenerte activo, descansar lo suficiente, cuidar tu salud mental y apoyarte en profesionales de rehabilitación.
Un plan integral podría ser: tomar tu tratamiento modificador de la enfermedad según lo recetado, hacer ejercicio regularmente, llevar una dieta balanceada, dormir bien por las noches, manejar el estrés con técnicas de relajación y acudir a fisioterapia u otras terapias para abordar síntomas específicos. La combinación potenciará tu calidad de vida más que cualquier medida aislada.
“Pequeños cambios constantes logran grandes resultados con el tiempo.”

Consejos y hábitos saludables
A continuación, ocho hábitos clave que pueden tener un impacto muy positivo en tu bienestar y en el manejo de los síntomas:
Mantén una rutina de actividad física
Lejos de empeorar la fatiga, el ejercicio regular ayuda a reducirla y a mejorar tu energía y estado de ánimo. Mejora la fuerza muscular, el equilibrio y la resistencia cardiovascular, además de aportar beneficios emocionales.
Lo importante es adaptar el ejercicio a tus capacidades: no hace falta correr maratones. Prueba caminar, nadar, bicicleta, yoga, pilates o taichí. Son actividades de bajo impacto que fortalecen sin sobrecargar.
Estudios muestran mejoras relevantes en fuerza, capacidad aeróbica, movilidad y capacidad de caminar con programas de ejercicio para EM. Además, el ejercicio libera endorfinas, lo que mejora el ánimo y puede aliviar depresión o ansiedad.
Un fisioterapeuta especializado puede diseñar un plan seguro y progresivo. Recuerda: algo de movimiento es mejor que nada. Incluso en días de fatiga, unos estiramientos suaves o respiración ayudan. Escucha tu cuerpo y sé constante: la regularidad es clave.
Alimenta tu cuerpo con una dieta balanceada
No existe una “dieta para la EM” universal, pero hay consenso en que la dieta mediterránea es especialmente beneficiosa:
- Rica en frutas y verduras, cereales integrales, legumbres, pescado, aceite de oliva y frutos secos.
- Aporta grasas saludables y antioxidantes que ayudan a combatir la inflamación.
Evita ultraprocesados, excesos de grasas o azúcares. Mantener un peso saludable reduce la fatiga y facilita la movilidad. El exceso de tejido graso produce sustancias proinflamatorias que pueden influir negativamente en la EM.
Si necesitas perder peso, hazlo de forma gradual con dieta y ejercicio. No se trata de obsesionarse, sino de cuidar tu alimentación como parte del tratamiento. Un nutricionista puede adaptar un plan a tus gustos y necesidades (incluida vitamina D si procede).
Duerme bien y descansa lo necesario
La fatiga crónica es uno de los síntomas más desafiantes. Suma a veces problemas de sueño (espasticidad, molestias, nicturia, ansiedad) y se crea un ciclo de cansancio. Para romperlo:
- Mantén horarios regulares para dormir.
- Crea un ambiente oscuro y tranquilo.
- Evita pantallas/estímulos antes de acostarte.
- Diseña una rutina relajante (lectura suave, ducha tibia, música tranquila, respiración).
- Si necesitas, haz siestas cortas (15–20 min) sin interferir con la noche.
- Dosifica tu energía a lo largo del día intercalando descansos.
Si persisten problemas de sueño (dolor, espasmos, etc.), coméntalo con tu médico: existen tratamientos específicos. Dormir bien no es un lujo, es una necesidad.
Aprende a manejar el estrés
El estrés no causa la EM, pero puede exacerbar síntomas o desencadenar brotes en algunas personas. Practicar gestión del estrés ayuda a nivel mental y físico.
Opciones útiles: meditación, respiración profunda, yoga suave, mindfulness, paseos en naturaleza, arte, música, mascotas. Reserva 5–10 minutos diarios de desconexión.
Si la ansiedad o tristeza son fuertes, busca ayuda profesional (terapia individual o de grupo con alguien que entienda EM). Cuidar tu salud mental es una parte esencial de vivir bien con EM y se asocia a menos fatiga y mejor calidad de vida.
Deja el tabaco y evita el exceso de alcohol
Fumar se asocia a mayor actividad y progresión de la EM, incrementa la inflamación e incluso puede interferir con la efectividad de algunos tratamientos.
La buena noticia: dejar de fumar puede ralentizar la progresión y reducir recaídas. Pide ayuda: programas, sustitutos de nicotina o medicación aumentan el éxito.
Con el alcohol, opta por la moderación. Puede empeorar el equilibrio y el sueño. Observa cómo te afecta y ajusta.
Mantén tu cerebro activo
La EM también puede traer retos cognitivos (memoria, atención, velocidad de procesamiento). Mantén tu mente entrenada con actividades amenas:
- Crucigramas, sudokus, rompecabezas.
- Leer y escribir.
- Aprender algo nuevo (idioma, instrumento).
- Juegos de mesa con amigos.
Considera talleres de estimulación cognitiva. Evita el aislamiento y alterna con descansos para no fatigarte.
Adapta tu entorno y conserva energía
Organiza espacios y rutinas para minimizar esfuerzos innecesarios:
- Recoloca objetos frecuentes al alcance.
- Instala barras de apoyo si hay problemas de equilibrio.
- Siéntate para tareas largas (cocinar, vestirte).
- En el trabajo, negocia flexibilidad u opciones de teletrabajo.
- Aplica ahorro de energía: tareas exigentes en tus horas pico, pausas breves y frecuentes, y decir “no” cuando sea necesario.
Apóyate en ayudas técnicas o personas de confianza. No es rendirse: es gestión inteligente de la energía.
Mantén una buena temperatura corporal
Muchas personas con EM son sensibles al calor: puede intensificar temporalmente fatiga, desequilibrio o síntomas visuales. Recomendaciones:
- Ambientes frescos (ventilador/AC), ropa transpirable e hidratación.
- Evita jacuzzis o saunas muy calientes; modera la temperatura en la ducha.
- Reorganiza actividad física a primeras horas o tarde en verano.
Si el frío te afecta con rigidez, abrígate y calienta antes de moverte. Pequeños ajustes térmicos mantienen los síntomas más estables.
Además de lo que haces en casa, es muy valioso contar con apoyo profesional especializado. La rehabilitación multidisciplinar reúne fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, logopedas, neuropsicólogos y otros profesionales para optimizar tu funcionamiento en todos los ámbitos. No esperes a estar muy mal para buscar rehabilitación; iniciarla en fases tempranas es recomendable.
- Fisioterapia: mejora marcha, fuerza, coordinación y ayuda a manejar espasticidad y dolor; previene contracturas.
- Terapia ocupacional: adapta actividades cotidianas y recomienda dispositivos de apoyo para maximizar tu independencia.
- Logopedia: si hay dificultades de habla o deglución, mejora comunicación y seguridad al comer.
- Neuropsicología y apoyo psicológico: trabaja cognición, gestión emocional y adaptación social-laboral.
La evidencia científica respalda que la rehabilitación integral mejora síntomas, reduce discapacidad acumulada y mantiene la participación social. Es un complemento esencial al tratamiento médico.
En la Costa Blanca (España), Medifit Reha ofrece un programa intensivo y personalizado para EM que integra fisioterapia, terapia ocupacional, logopedia, apoyo psicológico y actividades grupales en un entorno tranquilo. Muchos pacientes refieren mejoras en resistencia, movilidad y estado de ánimo, ganando confianza en sí mismos.
Hacia una mejor calidad de vida, un paso a la vez
Manejar los síntomas de la EM y mantener una buena calidad de vida es posible. Requiere un enfoque activo por tu parte, incorporando hábitos saludables y siendo consciente de tus necesidades. Ten tus “cajas de herramientas” listas:
- Ejercicio y descanso bien planificados.
- Estrategias de afrontamiento del estrés.
- Apoyos técnicos y adaptaciones en el entorno.
- Rehabilitación cuando corresponda.
No te compares con otros: celebra tus progresos y sé paciente en los retrocesos temporales. Rodéate de personas y profesionales que sumen positividad. Pedir ayuda es inteligencia, no derrota.

Da el siguiente paso
Da el siguiente paso hacia una vida más plena con EM. En Medifit Reha contamos con un programa de rehabilitación multidisciplinar para EM diseñado para ayudarte a implementar estos hábitos y manejar tus síntomas de forma personalizada. Nuestro equipo en España te acompaña con fisioterapia, apoyo psicológico y educación en autocuidados en un entorno motivador.
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